
LIBERARSE DE LAS CARGAS
EMOCIONALES
Muchas
personas vienen a consulta aquejadas de estréss, insatisfacciones, decepciones,
dificultades, que al no ser solucionadas o sobrellevadas a tiempo desembocan en
angustia, depresiones, en suma, en estados de gran sufrimiento.
En
ocasiones, la persona no sabe cómo llegó hasta ahí, aparentemente no le ocurre
nada, sólo lo “normal”, como a todo el mundo. Sin embargo lleva una pesada
carga, que con el tiempo es más difícil de llevar, siendo necesario vaciarla.
Llevar lo justo para el camino. Este camino que es la vida.
¿Alguna
vez te has planteado si te gusta la vida que llevas: el trabajo, la pareja, la
relación con los hijos, el día a día?
La vida
no viene determinada por decisiones del pasado, aunque éstas marcan unos
límites y condiciones. Es una gran
escuela, un constante aprendizaje, donde se aprenden unas cosas y se
desaprenden otras.
Con una
postura abierta y flexible te adaptas mejor a las circunstancias, sacas
provecho a las oportunidades. Sin embargo con una postura rígida y cerrada, se
sigue cayendo siempre en los mismos errores, las mismas ideas y prejuicios. Y
la mochila sigue llenándose.
Quizás
aprendiste de pequeño que había que
evitar los conflictos con los demás, llevarse bien con todo el mundo, pasar
desapercibido. Puede que te funcionara durante un tiempo, pero a la larga eso
te trajo más conflictos, con los demás y contigo mismo.
Puede
que te enseñaran a aspirar a la perfección, a que evitaras que te cogieran en
un fallo. Con el tiempo la vida te va mostrando que eso no es posible. Además
el perfeccionismo causa mucho sufrimiento.
A lo
mejor crees, que una vez iniciado un camino, ya no hay vuelta atrás, que hay
que seguir aunque no te guste. Sin embargo, siempre hay opciones.
Cuando
no hay opciones, cuando algo es inevitable (por ejemplo, la muerte), hay varias
maneras de enfocarlo, varias actitudes que se pueden tomar. La mejor es la
aceptación y la búsqueda del mayor bienestar posible.
Con los
años, las cargas emocionales son más difíciles de llevar, y aunque
aparentemente te hayas acostumbrado, no naciste para eso, no naciste para
sufrir. Naciste para ser feliz, es decir, aunque la vida no es perfecta, y
tiene sus malos momentos, se puede buscar un mayor acuerdo entre lo que tienes
y lo que quieres, entre tus posibilidades y tus sueños. Con la cabeza en el
cielo y los pies en la tierra, pero nunca conformarse con llevar una vida a
medias, sino seguir avanzando para ser lo más feliz posible.
Inocencia Castellano Herrera
inocaster@gmail.com