ESTILO DE
VIDA Y DEPRESIÓN
En
los países desarrollados, las personas gozamos de unos niveles de bienestar,
seguridad y libertad, lógicamente mejorables (sobre todo en las personas muy
afectadas por la crisis económica actual), pero a los que raramente se les
puede encontrar precedentes.
La
esperanza de vida se ha duplicado en las últimas décadas y la tecnología nos
ofrece múltiples oportunidades. Sin embargo, parece cada vez más claro que
nuestro estilo de vida actual nos trae unas consecuencias negativas. Entre
otras, están aumentando algunas enfermedades como: arterioesclerosis, diabetes,
obesidad, cáncer y también la depresión.
La
depresión es un trastorno cada día más frecuente en nuestra sociedad. La
mayoría de los casos son leves o moderados. Pero en los casos más graves se
puede llegar a la incapacidad total o incluso el suicidio.
Es
necesario e imprescindible el tratamiento profesional, tanto por un profesional
de la Psicología como de la Medicina.
Pero
además de estos dos pilares del tratamiento de la depresión, se pueden utilizar
algunos cambios en el estilo de vida que ayuden a la persona a mejorar, pero
sobre todo a prevenir en casos leves o a evitar futuras recaídas.
Estos
cambios se refieren a la dieta, el ejercicio, el ritmo vigilia-sueño, actividades
al aire libre, manejo del estrés, apoyo social, conductas adictivas,
autocuidado, roles sociales y todas las actividades recreativas que puedan ser
relajantes, activadoras o divertidas.
Si
analizamos los datos, el preocupante aumento de la incidencia y prevalencia de
la depresión se da sobre todo en los
países industrializados.
En
estos países, de los que formamos parte, se está modificando de forma acelerada
el estilo de vida, y estos cambios tienen un impacto sobre la fisiología del
cerebro que puede aumentar la vulnerabilidad a la depresión.
Tengamos
en cuenta que nuestros antepasados sobrevivieron gracias a una actividad física
vigorosa, esencial para el éxito en la recolección, la caza y la pesca. Esto
tenía lugar al aire libre y condicionó nuestra forma de relacionarnos y ocupar
el tiempo. La ausencia de luz artificial impedía las interferencias con las
horas de descanso y sueño. Por lo tanto hay pistas evolutivas que parecen
decirnos que nuestro actual estilo de vida no es natural, no es el que ha
facilitado nuestra evolución. Y puede estar facilitando el desequilibrio en el
funcionamiento del sistema nervioso y el aumento de la depresión en nuestra
época y en nuestro entorno.
Otros
cambios que pueden haber influido son altos niveles de estrés, disminución de
lazos sociales, alta autoexigencia.
En
el caso de la dieta, se recomienda
alimentos naturales, placenteros y con pocas sustancias tóxicas (tipo grasas,
azúcares, conservantes…)
Sabemos
que muchas veces dominados por la prisa o el estrés acudimos a comida rápida o
de baja calidad. También es cierto que la persona deprimida siente apetencia
por productos poco saludables, especialmente dulces, alimentos salados. Con lo
cual se forma un círculo vicioso.
En
cuanto al ejercicio es un factor antidepresivo,
tanto por las sustancias químicas cerebrales que estimula, como por otros
factores, como el aire libre, la relación social, la sensación de logro…
Pasar
algunas horas al día al aire libre
es muy beneficioso, en la medida que se pueda. El sol también ejerce un papel
muy beneficioso sobre el estado de ánimo. Eso sí, con protectores solares y
haciendo algo, como un paseo, jardinería, fotografía,… No sólo caminar para
realizar gestiones, que también, sino con el fin de pasear, de cuidarse.
Tener
unos buenos hábitos de sueño, dormir
de noche, relajarse las horas previas a irse a la cama, levantarse a horas
fijas, no tomar excitantes, por lo menos 8 horas antes de ir a la cama. Si se
duerme siesta, y no interfiere con el sueño nocturno, que sea cortita.
Tener
un buen apoyo social, es decir,
tener varios amigos con los que compartir momentos, buenos y malos. Potenciar
las relaciones familiares.
Cuidar
el tiempo de ocio, es decir, dedicar
siempre algo de tiempo al disfrute, a los hobbies, a las actividades
agradables, aunque no sirvan para nada, sino para pasar un buen rato.
En
cuanto a las conductas adictivas,
son causa y consecuencia de las depresiones. Es una relación circular. Si la
persona está baja de ánimo, es más fácil entrar en este tipo de conductas.
Hablo no solo de alcohol y otras sustancias sino del juego, comida, móvil,
trabajo, compras, sexo…
Averiguar
cuál es tu proyecto de vida, si éste
es el trabajo que quieres realizar, o tienes que amoldarte a él, si quieres
tener pareja o no, tener hijos o no. Cómo quieres realmente vivir, y en qué
medida lo puedes realizar. Y si no puedes, cómo hacer para sentirte bien y
aceptar lo que has podido conseguir.
Aprender
a manejar el estrés, no que éste te
maneje a ti. Hay momentos de parar y respirar hondo, y otros de continuar y
darle otro enfoque a eso que nos está estresando. Cuidar las metas, que sean
posibles, estimulantes y realmente propias.
Conocerse a uno mismo,
pues a veces los problemas los crean otras personas y nosotros seguimos el
juego sin darnos cuenta de que no es eso lo que queríamos. Si tienes un buen
concepto de ti, sabes cuando haces las cosas bien y cuando debes corregir algún
fallo, y no pasa nada.
En
fin, he nombrado estos factores, pueden quedarse algunos atrás, pero está claro
que si humanizáramos más nuestro estilo de vida, estaríamos más equilibrados y
no habría tantos casos de depresión.
Se
trataría de una vida en la que trabajamos, disfrutamos, nos relacionamos con la
familia, con los amigos, dedicamos tiempo a nuestros hobbies, hacemos
ejercicio, cogemos aire, comemos buenos alimentos, nos sentimos bien con
nosotros mismos, y si no nos gusta algo, intentamos cambiarlo. No acabarían los
problemas, somos humanos, pero seríamos más equilibrados y felices.
INOCENCIA CASTELLANO HERRERA
Psicóloga psicoterapeuta
S/C de la Palma
Tfno.: 922416896
elblogdeinocencia.com