martes, 3 de diciembre de 2013

CENTRAR NUESTRA ATENCIÓN EN LO POSITIVO



    

   

CENTRAR NUESTRA ATENCIÓN EN LO POSITIVO

Tenemos la costumbre de fijarnos más en lo negativo, en las dificultades, lo que nos falta, que en lo positivo, lo que funciona bien.
Esta actitud pudo tener una función de supervivencia en épocas remotas en que había que detectar rápidamente los problemas y peligros. Pero en la actualidad, tal actitud trae más perjuicios que beneficios.
Aquello en lo que centras tu atención, tiende a aumentar o por lo menos se sobredimensiona, se magnifica.

En Psicología hablamos de problemas, síntomas, trastornos. Pero también hay otro enfoque: la Psicología Positiva, que observa los puntos fuertes, los recursos y potencialidades de las personas.
Sin embargo, es un rasgo automático de nuestra atención: fijarnos en lo negativo.

En la escuela, muchos profesores intentan poner de relieve las capacidades del alumno, sus aptitudes y actitudes positivas, aparte de sus déficits en rendimiento, actitudes…
Pero no todos los profesores tienen esta actitud tan pedagógica y eficaz.

Los padres también solemos estar alerta a los problemas de los hijos, les regañamos cuando hacen algo mal. Sin embargo, en multitud de ocasiones en que hacen bien las cosas, no les decimos nada.

Lo mismo ocurre en la relación de pareja. A veces, el otro señala con el dedo acusador aquello que no le gusta. Sin embargo las virtudes quedan en la sombra, no se les presta atención ni se les nombra dándolas por supuestas.

Todas las personas tienen sus puntos fuertes, sus recursos. No se trata de ignorar los fallos, lo que no funciona, pero en su justa medida, sin quitarle sitio a lo bueno.
Cuando sólo nos fijamos en los fallos, nos sentimos abrumados, y eso es mal comienzo para el cambio.
Para iniciar un cambio en una situación no deseada, es importante saber a dónde vamos, pero también saber de dónde partimos. Y no partimos de cero.
Sin embargo cuando alguien pide ayuda para resolver sus dificultades, normalmente sólo narra una parte de la historia, la que le duele, la que no funciona. En terapia ocurre continuamente. Esto es humano y comprensible, pero no se debe perder la perspectiva.

Hay cualidades y actitudes que ayudan mucho a solucionar los problemas y que no se les suele prestar atención:
El sentido del humor, la capacidad de esfuerzo, el optimismo, la empatía, la fuerza, la autodisciplina, el amor a uno mismo, a los demás, la delicadeza, la simpatía, la gratitud….
Y muchas más.
Es importante ser conscientes de las propias fortalezas. Muchas veces están escondidas tras los defectos, las autoexigencias, las comparaciones.
El compararte con otra persona te deja en muy mal lugar. Eres una persona única, tu espacio no lo puede ocupar otro ser. Cuando te das cuenta de eso, sientes una gran liberación. Y mucha paz.
De acuerdo, tienes fallos. Pero se puede trabajar en ellos. Es necesario conocerlos para superarlos en la medida de lo posible o aceptarlos y que no te condicionen tanto.
Pero tus virtudes: no dejes de verlas, pon tu atención en ellas. Recuerda: aquello en que te fijas, aumenta.
Por ejemplo, si te quejas constantemente de que no tienes dinero para viajar o para ir a un buen restaurante, te sientes pobre y desafortunado. Te preocupas, te enfadas, te lamentas.
Pero si te fijas en que puedes hacer excursiones por tu isla o ir a un destino cercano (otra isla de Canarias, por ejemplo), paseos por tu pueblo o tu ciudad. O que puedes ir a una cafetería y pedir un café y pasar un rato charlando, tu estado de ánimo cambia. Te sientes satisfecho con tus momentos de gozo, los valoras.
Cambiando el foco de atención, pueden cambiar mucho las cosas.
En ocasiones hace falta la intervención de un profesional de la Psicología que te ayude a cambiar el chip y tomar otra orientación, otro enfoque de las cosas.


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