miércoles, 21 de mayo de 2014

EL EFECTO TERAPÉUTICO DEL SILENCIO







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 EL EFECTO TERAPÉUTICO DEL SILENCIO
Vivimos en un mundo lleno de ruidos. Tanto internos como externos.
Ruidos externos como la radio, la televisión, la música como fondo, las palabras innecesarias.
No hablo de cada uno de estos estímulos como malos en sí mismos, sino por el automatismo y la inconsciencia con que se usan.
Hay personas que no soportan estar en silencio, las deprime, les causa ansiedad, piensan demasiado (en cosas en las que no quieren pensar).
Sin embargo el silencio invita al sosiego, la tranquilidad, la reflexión, el contacto con uno mismo y con lo que nos rodea.
Si a lo largo del día, la persona no goza de varios momentos de silencio, vive alienada, desconectada de sí misma, vive de forma automática e inconsciente.
Se puede estar en silencio tanto solo como acompañado. Esto no quita valor a la palabra, escuchar música,  ver una película…
Hablo de hacer esas cosas conscientemente, no de forma automática, inconsciente, a todas horas.
Y es que el tener ruido constantemente, aturde, hipnotiza, crea adicción.
Los seres humanos nacimos para ser libres, conscientes, no para vegetar y vivir de modo automático sin tener en cuenta nuestras verdaderas necesidades.
Al igual que una planta necesita una serie de condiciones para crecer y dar su fruto (agua, tierra, abono, sol…), las personas necesitamos de una serie de condiciones para vivir de forma autoconsciente y plena.
En el silencio, nos tranquilizamos, recargamos las pilas, descansamos del ajetreo cotidiano, reflexionamos sobre nosotros y nuestra vida, tomamos decisiones.
Todo esto no es posible en un mundo lleno de ruidos que impiden pensar, sentir, averiguar qué es lo que queremos.

Hasta ahora he hablado del silencio externo. También es necesario tener momentos de silencio interior. Con ello me refiero a crear espacio entre los pensamientos, ralentizarlos, estar en el presente, atender a lo que nos ocurre aquí y ahora.
Para ello es necesario recurrir a métodos que nos ayuden a realizar esto. Por ejemplo, observar la naturaleza, sentir nuestro cuerpo, meditar, hacer yoga, taichí…

Con todo esto, disminuyendo el ruido externo, siendo más conscientes de él y creando espacios de silencio en nuestro interior, lograremos ser personas más equilibradas, despiertas y autoorientadas. Con ello, también se desarrolla la creatividad, la constancia, la paciencia y la atención.
Eso sí, requiere decisión y recurrir a algún método que te oriente.
La meditación, por ejemplo, ha sido experimentada y estudiada desde hace miles de años. Y ahora, la ciencia empieza a validarla como buen método terapéutico para aumentar la paz interior y el equilibrio.

Inocencia Castellano Herrera
Psicóloga-psicoterapeuta
S/C de la Palma
Tfno.: 922416896
elblogdeinocencia.com


domingo, 4 de mayo de 2014

EL BURNOUT O “SÍNDROME DEL QUEMADO” DE LOS PROFESORES DE ENSEÑANZA SECUNDARIA



EL BURNOUT O “SÍNDROME DEL QUEMADO” DE LOS PROFESORES DE ENSEÑANZA SECUNDARIA

En la actualidad, encontramos numerosos casos en que el "oficio de enseñar", fundamentalmente en los niveles de enseñanza secundaria, se convierte en un factor de riesgo del burnout.
El burnout o “síndrome del quemado” ocurre en determinadas profesiones donde el estrés laboral es continuo, las demandas son superiores a las capacidades reales, con medios insuficientes, existiendo con más frecuencia en buenos profesionales con alta motivación en realizar su trabajo bien. Ocurre en diversas profesiones como las sanitarias, docentes, trabajadores sociales, etc.

En los primeros años de ejercer su carrera, suele haber mucho empuje y ganas de hacer cosas. Sin embargo, con el tiempo y al padecer este síndrome, se produce una profunda desgana, apatía, desilusión, que afecta en su rendimiento laboral y en su bienestar profesional, pudiendo degenerar en algunos casos en patologías como depresión, trastornos de ansiedad, etc

Si lo comparamos con épocas del pasado, el mundo que rodea a los docentes de enseñanza secundaria ha sufrido una profunda transformación.
El profesor percibe mayor falta de apoyo desde distintos sectores (políticos, legisladores, padres…), han aumentado las críticas y el cuestionamiento de su labor, mayor dejación de las responsabilidades en la educación de los hijos por parte de algunas familias, mayor diversidad cultural de los alumnos, devaluación de la imagen del docente al que se responsabiliza (como chivo expiatorio) de los males del sistema educativo, disminución de la motivación del alumno para estudiar, cambios en los contenidos curriculares, demanda de renovaciones metodológicas, reformas y más reformas, cambios en las relaciones profesor-alumno (aumento de la percepción de riesgo por parte del docente de agresiones verbales de los alumnos, por ejemplo), incremento de la conflictividad en las aulas y fuera de ellas, aumento de la edad de escolarización obligatoria (en ocasiones, los docentes se convierten en "vigilantes" de la permanencia en las aulas de algunos alumnos que se sienten retenidos contra su voluntad), sobrecarga laboral, múltiples tareas (docentes, administrativas, tutoriales, actividades extraescolares, claustros, reuniones, tareas de coordinación, vigilancia de recreos...), etc.
Muchos profesores se quejan de que en la actualidad las demandas son excesivas.
En fin, algunos profesores se han instalado en una fase de desencanto, de cansancio emocional, de falta de apoyo social a su labor, manifestando, por tanto, su malestar laboral.

Los estresores que mayor impacto psicológico percibido tienen en los docentes de secundaria se refieren, en general, a: falta de apoyo social, cuestiones disciplinarias y conflictos (alumnos, padres, compañeros, superiores…), pasividad del alumnado y cambios reiterados en el sistema educativo.

El "estilo" de enfrentar los problemas de aquellos que declaran estar "quemados suelen ser estrategias pasivas (ej., evitación de problemas, autocrítica, retirada social).
La ausencia de apoyo social (de la familia y amigos), un bajo nivel de optimismo y la ocurrencia de contrariedades cotidianas y acontecimientos vitales, se asocian con elevados niveles de burnout en los docentes de secundaria.


Si se quiere prevenir o intervenir eficazmente en el burnout del colectivo de profesores de la ESO se debe, necesariamente, incidir en variables personales, psicosociales y extralaborales. En concreto, me refiero a:
  1. Potenciar las redes de apoyo social: los compañeros de trabajo, la familia y los amigos. En definitiva,  fomentar las relaciones afectivamente positivas con los "otros" constituye un buen comienzo de cara a frenar el impacto que el burnout tiene en este colectivo. Algunas propuestas concretas podrían orientarse tanto a mejorar las habilidades interpersonales (entrenamiento y manejo de conflictos), como a potenciar las habilidades de comunicación (entrenamiento en asertividad, por ejemplo).
  2. Incidir en una adecuada planificación y racionalización de las distintas demandas laborales del docente (la percepción del docente de "que le requieren en varios sitios a la vez" es indicativa del estado de la cuestión). La existencia de múltiples demandas laborales del docente (dar las clases, preparar las clases, tutorías...) se suman otras (reuniones, cuestiones administrativas-excesivo papeleo, guardias de recreo...) que acentúan la vulnerabilidad al malestar laboral.
  3. Incidir en la satisfacción y bienestar en el trabajo con la seguridad de que se fortalecerá la creencia de que las cosas "irán bien" (optimismo) y de que se pueden controlar y tienen un "sentido" (seguridad en sí mismo).
  4. Entrenar a los docentes que experimentan malestar laboral en distintas técnicas (resolución de problemas, cambiar ideas irracionales y miedos por ideas más realistas...) que le posibiliten afrontar con éxito las múltiples contrariedades derivadas de su ejercicio profesional.
En suma, la profesión del docente, que era antiguamente tan valorada, ha pasado a ser desconocida en muchas ocasiones, juzgada e infravalorada. Muchos padres piensan que los docentes tienen muchas vacaciones, y no se dan cuenta de que para estar en un aula hay que estar muy preparado. Y aun así las presiones, tanto de alumnos, padres como de la administración generan dificultades para llevar a cabo su labor de una forma satisfactoria, creando una frustración continua en el docente que afecta a su salud.
Es necesario sobre todo en la ESO, que es obligatoria y en la que muchos alumnos están por obligación, en unas edades de cambios importantes (adolescencia) y desajustes de personalidad en muchas ocasiones, que el profesional de la enseñanza se proteja psicológicamente en la medida de lo posible para no caer en el síndrome del quemado o burnout.
No todos los profesores-as tienen este problema, influyendo los factores de protección que he nombrado antes: red social, habilidades sociales, personalidad, visión optimista, etc.
De cualquier modo es necesario no sólo cuidarse individualmente,  sino exigir a las autoridades académicas y a la administración pública que tome medidas para que estos profesionales puedan realizar su labor sin menoscabo de la salud. Al fin y al cabo, nuestros hijos están en sus manos, y estando ellos bien, nuestros hijos también.


INOCENCIA CASTELLANO HERRERA
Psicóloga psicoterapeuta
S/C de la Palma
Tfno.: 922416896
elblogdeinocencia.com