EL EFECTO
TERAPÉUTICO DEL SILENCIO
Vivimos
en un mundo lleno de ruidos. Tanto internos como externos.
Ruidos
externos como la radio, la televisión, la música como fondo, las palabras
innecesarias.
No
hablo de cada uno de estos estímulos como malos en sí mismos, sino por el
automatismo y la inconsciencia con que se usan.
Hay
personas que no soportan estar en silencio, las deprime, les causa ansiedad,
piensan demasiado (en cosas en las que no quieren pensar).
Sin
embargo el silencio invita al sosiego, la tranquilidad, la reflexión, el
contacto con uno mismo y con lo que nos rodea.
Si
a lo largo del día, la persona no goza de varios momentos de silencio, vive
alienada, desconectada de sí misma, vive de forma automática e inconsciente.
Se
puede estar en silencio tanto solo como acompañado. Esto no quita valor a la
palabra, escuchar música, ver una
película…
Hablo
de hacer esas cosas conscientemente, no de forma automática, inconsciente, a
todas horas.
Y
es que el tener ruido constantemente, aturde, hipnotiza, crea adicción.
Los
seres humanos nacimos para ser libres, conscientes, no para vegetar y vivir de
modo automático sin tener en cuenta nuestras verdaderas necesidades.
Al
igual que una planta necesita una serie de condiciones para crecer y dar su
fruto (agua, tierra, abono, sol…), las personas necesitamos de una serie de
condiciones para vivir de forma autoconsciente y plena.
En
el silencio, nos tranquilizamos, recargamos las pilas, descansamos del ajetreo
cotidiano, reflexionamos sobre nosotros y nuestra vida, tomamos decisiones.
Todo
esto no es posible en un mundo lleno de ruidos que impiden pensar, sentir,
averiguar qué es lo que queremos.
Hasta
ahora he hablado del silencio externo. También es necesario tener momentos de
silencio interior. Con ello me refiero a crear espacio entre los pensamientos,
ralentizarlos, estar en el presente, atender a lo que nos ocurre aquí y ahora.
Para
ello es necesario recurrir a métodos que nos ayuden a realizar esto. Por
ejemplo, observar la naturaleza, sentir nuestro cuerpo, meditar, hacer yoga,
taichí…
Con
todo esto, disminuyendo el ruido externo, siendo más conscientes de él y
creando espacios de silencio en nuestro interior, lograremos ser personas más
equilibradas, despiertas y autoorientadas. Con ello, también se desarrolla la
creatividad, la constancia, la paciencia y la atención.
Eso
sí, requiere decisión y recurrir a algún método que te oriente.
La
meditación, por ejemplo, ha sido experimentada y estudiada desde hace miles de
años. Y ahora, la ciencia empieza a validarla como buen método terapéutico para
aumentar la paz interior y el equilibrio.
Inocencia Castellano Herrera
Psicóloga-psicoterapeuta
S/C
de la Palma
Tfno.:
922416896
elblogdeinocencia.com
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