LA ANSIEDAD

La ansiedad cumple una función de supervivencia de nuestra
especie.
Por otro lado, es un ingrediente inevitable de nuestro día a
día. Los agobios de dinero, los exámenes, las enfermedades, las contrariedades
nos afectan.
La inmensa mayoría de las personas superamos las
adversidades que nos plantea la vida y nos habituamos a ellas, incluso a las
condiciones más extremas de inseguridad como los desastres naturales y las
guerras.
Sin embargo, algunos
hombres y mujeres tienen perturbada la capacidad normal de adaptación, y como
consecuencia, viven continuamente con niveles desmesurados de angustia que no
corresponden a la peligrosidad real de las circunstancias. Aquí ya hablamos de ansiedad patológica o trastorno de ansiedad.
La ansiedad excesiva y persistente nos roba la felicidad y
nos transforma en caracteres aprensivos, asustadizos, tímidos, obsesivamente
preocupados con experiencias negativas y muy sensibles a las opiniones de los
demás. Y es que el estado de alarma constante consume nuestro ánimo, bloquea las emociones placenteras y nos encierra
en un mundo amenazante que oprime, paraliza y estrecha nuestra vida.
En nuestra sociedad, la ansiedad es el trastorno psicológico
más frecuente, seguido de la depresión y el abuso de alcohol y drogas.
Las causas de la
ansiedad, como en otros trastornos, son variadas, desde causas biológicas
de tipo constitucional, causas ambientales por una vida demasiado estresante y
causas psicológicas.
Las causas
psicológicas se refieren a las formas de enfrentar las situaciones, al
estilo personal de concebir el mundo, a sí mismo y a los demás, y al estilo que
se ha desarrollado para solucionar los problemas. Estas causas se dan a tres
niveles: en el pensamiento, en la respuesta fisiológica y en el comportamiento.
Así, en una persona ansiosa, solemos encontrar un pensamiento caracterizado por: la preocupación,
inseguridad, sentimiento de inferioridad, incapacidad de tomar decisiones,
desorientación, olvidos frecuentes.
En cuanto a la
respuesta fisiológica pueden aparecer: palpitaciones, pulso rápido, tensión
arterial alterada, accesos de calor, sofoco, sudoración, náuseas, sensación de
ahogo, etc…
En cuanto al comportamiento
ansioso, se puede manifestar: evitar situaciones, tartamudeo, temblores, tics,
hiperactividad o paralización, risas nerviosas, explosiones emocionales, comer
en exceso o rechazar la comida, abuso de tabaco, alcohol, drogas, fármacos.
Hay varios tipos de
trastornos de ansiedad: trastorno de pánico, agorafobia, fobias
específicas, fobia social, trastorno obsesivo compulsivo, estrés postraumático,
ansiedad generalizada, por enfermedad médica, por abuso de sustancias, e
inespecífica.
Seguiremos hablando de estos trastornos en posteriores
artículos.
Afortunadamente, hoy en día existen tratamientos efectivos para manejar y reducir la ansiedad y el
malestar que provoca. Me estoy refiriendo a una psicoterapia.
Aunque en algunos casos, es necesario tomar fármacos durante
un tiempo y bajo control médico, éstos alivian pero no curan. Deben combinarse
con una psicoterapia a través de la cual la persona aprenda otras formas de
afrontar las dificultades, de verse a sí misma y a los demás.
Con ayuda del psicólogo, la persona va dando pasos que le
mejoran la vida, le amplían los horizontes, le hacen ver y experimentar que es
posible cambiar a cualquier edad si alguien le enseña cómo y le acompaña en el
camino de la recuperación.
Inocencia Castellano Herrera
Psicóloga
inocaster@gmail.com
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