TRASTORNOS DE
ANSIEDAD (2ª PARTE)
Vamos a seguir hablando de los trastornos de ansiedad. Ahora
vamos al terreno de la patología, no
de la ansiedad circunstancial, o de cierto grado de ansiedad que puede ser
incluso estimulante.
Hablamos de la ansiedad incómoda, que estrecha nuestra vida,
nos llena de miedos y no nos deja hacer lo que nos gustaría, que nos limita.
A veces, las personas que vienen a consulta me dicen “Es que
soy muy nervioso”, “Siempre he sido así”, “Todo me lo tomo a pecho”… con una
especie de resignación creyendo que son así de nacimiento y como nunca han
vivido otra cosa, pues vienen a que les quite el malestar o por pura
desesperación aunque no creen que las cosas puedan ser de otra manera.
Los trastornos de ansiedad se adquieren con el aprendizaje a través de las
experiencias de la vida. Aunque también es cierto que hay algunos temperamentos
más propensos que otros. El temperamento no lo podemos cambiar, pero el
aprendizaje que realizamos y la interpretación que damos a las cosas sí se
pueden modificar.
Este aprendizaje se realiza a través de la educación de los
padres, que si son ansiosos lo van a transmitir a sus hijos, viendo el mundo
con aprensión, como un lugar peligroso, donde hay que tener mucho cuidado, …
También se aprende a ser ansioso a través de las experiencias mal encajadas,
traumáticas. A través de creencias catastrofistas sobre el futuro, la
autoexigencia, el perfeccionismo,… Y aunque la ansiedad haya empezado por algo
concreto, luego puede irse generalizando a múltiples situaciones.
De cara a la prevención,
no podemos dar a nuestros hijos
lo que no tenemos. Es cierto que la mayoría de los padres queremos lo mejor
para ellos, pero estamos limitados por nuestras creencias, actitudes y
emociones.
Por eso la mejor forma de prevenir es aprender a controlar
la ansiedad, que no domine nuestra vida, para ser un buen modelo a seguir por
nuestros hijos. Como mejor predicamos es con el ejemplo.
Les podremos transmitir serenidad,
si es eso lo que experimentamos y valor
para afrontar los retos de la vida y aunque es normal sentir cierta inseguridad
ante las situaciones nuevas, la ausencia de ansiedad o su control se va a
traducir en la confianza en nosotros
mismos.
Ya vimos en el anterior artículo los principales trastornos de ansiedad. Estos son: fobias específicas,
ansiedad generalizada, fobia social, trastorno de pánico con agorafobia,
trastorno obsesivo compulsivo, estrés postraumático,…
Vamos a ver algunos de ellos:
Las fobias
específicas son el miedo irracional a algo que en sí mismo no está
justificado: aviones, ascensores, a conducir, oscuridad, sitios cerrados,
alturas, tormentas, animales como insectos, serpientes, perros,…
Algunas de estas fobias son compartidas por muchas personas
sin que esto limite su vida, como puede ser la fobia a las cucarachas,
serpientes, ratones,…
Pero otras fobias son incapacitantes,
en tanto en cuanto forman parte de la vida cotidiana de esa persona. Por
ejemplo, la fobia a los ascensores o los aviones si tienes que usarlos por
vivir en edificios, o por motivos de trabajo,..
La ansiedad
generalizada en cambio, no se
refiere a un objeto concreto como en el caso anterior, sino que es una ansiedad
difusa, un estado de preocupación constante. El tema de preocupación es
variado, alternándose, siempre hay algo por lo que preocuparse. Puede ser la
salud propia o de los allegados, temas económicos, o posibles desgracias o
percances. Irreales totalmente, es un preocuparse de cosas posibles pero no
probables, como por ejemplo por posibles enfermedades, estando en buen estado
de salud. Es un sin vivir.
La persona que tiene este problema está siempre en estado de
alerta, como esperando un peligro por alguna parte. Como consecuencia suele
resentirse su salud física: dolores, problemas de sueño,…
La fobia social
es un tipo de ansiedad en las relaciones con los demás. Es lo que en lenguaje
común podemos llamar “timidez patológica”. Esta persona suele infravalorarse y
en su relación con los demás sufre mucho pues cree que va a meter la pata, que
se van a reir de él, etc. Como consecuencia evita los contactos sociales,
cerrando así un círculo que puede llevarlo a estados depresivos.
Algunas personas que sufren estos trastornos de ansiedad se
refugian en el alcohol u otras drogas, para aliviar el malestar. Aunque a la
larga este aparente alivio es falso y les crea otros problemas añadidos.
Otras se refugian en el abuso de ansiolíticos, y aunque su uso puede estar justificado durante un
período de tiempo, éste debe ser corto y controlado por el médico.
A través de una psicoterapia,
la persona empieza a conocer su ansiedad, a verla no como parte de su
personalidad, sino como algo aprendido que se puede controlar. Se aprenden estrategias
de control de la ansiedad como ejercicios de relajación y sobre todo un cambio
de creencias catastrofistas y negativas que están a la base de estos
trastornos. También se aprende a solucionar los problemas, a enfrentarse a
ellos. Todo esto se realiza de una forma gradual con el asesoramiento en todo
momento del psicoterapeuta.
En el próximo artículo hablaremos del resto de los
trastornos de ansiedad.
Inocencia Castellano Herrera
Psicóloga
Psicóloga
inocaster@gmail.com
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